martes, 15 de octubre de 2019

Carta a mi alma inquieta



Hemos vivido unos 40 años juntas, desde la niñez nos hemos cuidado mutuamente, y aprendido a convivir sin conocernos al principio. En esos años, donde toda la inocencia circundaba nuestra existencia, la mano del hombre fue nefasta y nos llevó a momentos de mucha tristeza e incertidumbre. Como perder la inocencia cuando aún estamos aprendiendo de ella me pregunté repetidas veces sin respuesta alguna.
El tiempo pasó, y ese pequeño dolor hizo nido en ambas, nos llevó a la desconfianza y a llorar en silencios eternos que alimentaron vacíos que se hicieron abismos de incontenible violencia y terror, obscuridad y tristeza, soledad y desamor. Y aunque a veces vivir se nos hacía difícil, respirar era la rutina más dolorosa del día y sonreír era un recuerdo lejano, nunca nos abandonamos, cuando una lloraba, la otra la consolaba, cuando una se desvelaba, la otra la acompañaba, y todo ello fue creando el momento oportuno de conocernos y reconocernos en varios caminos. Algunos vividos, otros soñados, todos transitados siempre juntas.
Un día, cuando el sueño más preciado se hizo materia, todo pareció derrumbarse nuevamente, momentos de tristeza, de esperas y de preguntas sin respuestas. Pero como toda tormenta, esto también paso.
A pesar del tiempo que nos llevó encontrarnos, reconocernos fue tan fácil y tan duro a la vez, limpiar tanta obscuridad fue la tarea que a ambas nos hizo trabajar, reconocernos, débiles y fuertes, miserable y ecuménica, proscrita e ilegal. Fue divertido y entretenido, fue libertad la que nos convocó al día más allá. Fue la muerte el suspiro que nos encontró al renacer una y otra vez de tantas cenizas, escombros y destrozos que nadie podía ver. Entre tanta agudeza mental viajamos, entre mapas de otros mundos nos perdimos y nos encontramos, volvimos a jugar y divertirnos y, dentro de tanta vivencia, a encontrarnos como seres libres.
Aún nos queda tanto por andar y espero que nunca me abandones, porque yo siempre acá voy a estar hasta que viajemos juntas al más allá.
 Me amo y por ello te amo aún más porque sobrevivimos para contar una historia más!

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